lunes, 6 de octubre de 2014

PEQUES RELATOS DE SERES GRANDES


RELATO 2

Andy, la maestra.

 

Andy, es una muchacha de quince años. Vive con Je, su madre. Desde hace siete años tienen una familia de dos. Para visitarlas a su casita se debe tomar por lo menos medio día. Es que viven en una de las montañas del norte de Venezuela, en lo más alto del Valle de Caracas. Llegar al hogar de Andy y Je, es como llegar a un espacio de paz, ese silencio sanador que no se goza en los centros de las capitales.

Je dice que ese es el refugio de ellas, par de mujeres que el destino las unió. Je desde pequeña realmente creyó en la historia que existía una fórmula para que las mujeres seamos felices: Lograr alcanzar la trilogía padre-madre -hij@s. Esa fórmula, creencia sociocultural,  se sostiene en  la construcción de roles y estereotipos patriarcales. Los seres humanos aprendemos a  asumirlos como nuestros porque así nos lo ensenaron en las escuelas, hogares y religiones.

El Patriarcado, es una forma de organización ideológica, política, jurídica, legislativa, económica, religiosa, social, es decir cultural,  que tiene como referente de autoridad y liderazgo el predomino del hombre (varón) sobre las mujeres. Moldea a los seres humanos para que seamos profundamente discriminatorias(os) por razones de género. Es un sistema de dominacion que incentiva a las mujeres a ser, y ser consideradas, frágiles, serviles al núcleo familiar a asumir liderazgos a media, tener voz pero pocos votos en los espacios publicos, partidos politicos y tambien en  adaptar nuestras necesidades a las necesidades de la pareja y lo que designen las leyes como nuestras normas de vida ciudadana.

Por cierto, a esa trilogía perfecta en la que creyó Je, que nos garantizaba a las mujeres ser seres destinadas al éxito, se le conocía con el nombre de “Familia”, célula fundamental de la sociedad.

Volviendo a la historia de Je, ella cuenta que aprendió otras cosas “socialmente correctas”. Desde que era muy peque, sus tías y tíos y en las clases de catecismo le decían que las mujeres debemos estudiar para “ser alguien” y enamorarnos de un hombre que nos represente. “Esas enseñanzas familiares no debían estar tan equivocadas” pensaba Je, porque al encender la televisión y ver las telenovelas, las protagonistas también vivían para conseguir esa meta, cueste lo que les cueste, entendiendo que para ser feliz hay que sufrir.

Sin embargo no fue así, ese “cueste lo que les cueste”, al vivirlo y luego padecerlo, no era tan mágico ni pasaba tan rápido como en las telenovelas. Je se casó y como a sus cinco hermanas, su madre, la madre de su esposo, es decir, María - su suegra- y muchas de sus amigas,  tuvo que pagar los embates del sistema patriarcal. Es decir, la vida de ellas dependía de la decisión, de ser para el o la otra, amar y servirles a sus hombres escogidos como maridos. Entonces la vida no era tan rosa como anunciaban las telenovelas y las películas de Hollywood.

Recuerdo la tarde que oí las historias de la madre de Je y de su suegra. La de Marina,  la madre de Je, estaba marcada por la soledad no merecida. Desde muy joven se desempeñó como enfermera del hospital del pueblo donde nació Je.   Cientos de horas le dedicó al servicio del otro y la otra,  tanto en su trabajo como en el hogar. Mientras la abuela de Andy, repito: Madre de Je, se dedicaba a la múltiple jornada laboral, su esposo decidió enamorarse de una, dos, tres y más mujeres y con una de ellas mudarse a la ciudad vecina. Mudarse significa que se fue, la abandonó al tener la quinta hija. A pesar de ese abandono, ella intento volver amar al pasar par de años, pero le duró poco. Su marido murió al poco tiempo de vivir juntos.

La historia de la suegra de Je, María (sugiero recordar bien esta historia de María),  abuela de Andy, no fue tan diferente. Ella lleva la amargura tatuada en el alma. Era una mujer alegre y soñadora, también intentó querer pero le correspondió vivir una relación de violencia psicológica y fisica. Al igual que la madre de Je, tuvo que salir adelante con su único hijo. Pasó que su marido decidió partir al poco tiempo de nacer el niño.  

Andy supo de estas dos historias,  de las de sus tías y las de las amigas de su madre y por supuesto vivió el olvido y la ausencia injustificada de su padre. Su padre trabaja como comerciante y con la justificación de estar en “sus negocios” no tiene tiempo ni para dejarle el regalito del ratoncito Pérez cuando perdió su último diente de leche. Su padre hizo lo mismo que el padre de él, que el marido de María, su abuela paterna.

Hace un par de noches Je lloraba asomada en el balcón de su hogar. Esa noche Andy la oyó. Cuando le pregunto qué le pasaba, dijo que había hablado con su papa y éste le contó que había peleado con su madre, María.

María le reclamaba sobre los bienes que él le había dejado a Je y a Andy, sobre todo porque desde hace un tiempito había visto a Je con un chico, “capaz sea el novio o el marido”, expreso la abuela de Andy. Su abuela María  le reclamaba al hijo que él dejara que ellas dos vivieran en la casita de paz de la montaña cuando Je ahora tiene un posible novio. El padre de Andy argumentó a María que no tenía derecho a reclamos porque él les había hecho daño a su hija y a Je.

Je, sintió que el corazón se le salía del pecho esa noche, pero no de rabia, si no de orgullo por Andy, su hija. Al Andy escuchar con detenimiento a su madre y luego pensar por un instante lo que su padre le conto a  su madre, dijo “Mami, no llores. Sabes que es lo más lamentable de la llamada de mi papa y del reclamo advertencia de mi abuela María? Que ellos sufrieron el mismo maltrato y abandono que nosotras. Mi abuela es mujer y juzga a otra mujer por decidir intentar rehacer su vida. Es que se le olvida que a ella, mujer, le hicieron lo mismo que a ti?

Fue la noche más feliz de Je, mujer, madre y amiga de Andy. Por eso sentía su corazón a mil latidos. Ahora Andy era toda una maestra de la vida. Celebra junto a Je tener una familia de dos y como ellas hay muchas, de tres, cuatro y más. Las personas logran una familia cuando deciden vivir con amor, sin olvidar sus pasados, sin formula cultural impuesta.
 
Caracas, Octubre 5 2014. glara1602@gmail.com
@PORLAMATRIA

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