domingo, 2 de noviembre de 2014

En los ojos de Nora, Alba, Lídice y Juanita me sonríen Ellas

Muchas veces, las personas que vivimos con el feminismo popular en el alma y que creemos en el Socialismo como esa casa grande que nos puede acobijar para vivir en la Matria humanista y libre de la opresión del sistema Patriarcal, nos sentimos ahogadas y ahogados o cansaditas, para decirlo con el sentimiento que le corresponde, de la lucha del día a día.
El Patriarcado, el machismo, tiene muchos años oprimiéndonos, tantos que para dar un pasito hacia adelante hay que retroceder diez pasos para atrás y tomar el impulso necesario para avanzar y hacerle entender incluso a nuestros cumpas (hombres y mujeres) de trabajo, estudios y de la vida que es posible vivir en equidad e igualdad entre los géneros, sobre todo desde la práctica.
Digo desde la práctica porque hay muchos y muchas que en el discurso tienen muy claro lo del "Feminismo socialista" ese que tanto nos habló el Presidente Chávez acompañado de guerrilleras y lideresas revolucionarias en los actos presidenciales, pero se quedan en el discurso aprendido, en el caletre de las consignas repetidas mil veces en los actos de masa. Al momento de militar, de ponerlo en la práctica cae el peso sociocultural masculino aprendido y callan, o en las discusiones de los partidos políticos dejan esos "temas de mujeres" para otro momento porque hay prioridades económicas, ideológicas y políticas que atender.
Sobre prioridades económicas, políticas, ideología, educación popular y liderazgo nos han enseñado muchas luchadoras de los derechos de las mujeres y del feminismo venezolano. En ésta oportunidad compartiré mi aprendizaje de cuatro de ellas: Nora Castañeda, Alba Carosio, Juana Delgado (Juanita) y Lídice Navas.
Recientemente, como parte del programa de formación de las trabajadoras y trabajadores del Banco de Desarrollo de la Mujer (BANMUJER), Alba me invitó que la acompañara como facilitadora de algunas clases sobre "Género, Mujer y Participación popular". Sé que ya habían vivido la experiencia de formarse empleando la metodología de la investigación- acción. A la memoria de esa experiencia, decidieron ponerle como título "Una escuela para la construcción del socialismo desde lo pequeño". Cuando se refieren a "desde lo pequeño" es porque el aporte de éste Banco, a diferencia de otras concepciones bancarias, es el otorgamiento de micro financiamientos a mujeres en condiciones de pobreza. Poder acceder a un microcrédito significa, tanto para la mujer como para su familia o comunidad, una razón para creer en sus propias capacidades, en lo que se construye con su trabajo. Esos aportes, no son un plan populista, empujan, literalmente, de abajo hacia arriba a nuestras mujeres que por momentos sienten que la soledad y el abandono son sus mejores amigos.
En los dos primeros encuentros que hemos tenido en BANMUJER con los trabajadores y trabajadoras, nos quedan testimonios de las y los participantes que trabajan allí, expresando que no ha sido cosa fácil. Porque a diferencia de lo financieramente establecido por el sistema bancario, las formas de relacionamiento, asignación, seguimiento y cierre de los casos de microcréditos no puedan medirse sólo con indicadores cuantitativos. Dignificar a las mujeres en situación de pobreza de nuestra Matria, no es sólo darles el microcrédito y ya. Hubo que buscarlas a sus casas, oírlas, ir a las comunidades, hacer levantamiento de datas, formarlas, aprender de ellas y hacerles saber que tienen en sus manos la capacidad productiva, tanto para el bien individual como el colectivo.
"Luchar contra el Patriarcado y Capitalismo no es fácil, profesora" me dijo una trabajadora de la Casa Bancaria de las Mujeres, continuó "No sabe todo lo que nos ha costado. Ha sido un aprendizaje el tener que hacerle entender a los de la Banca Pública que hay que considerar las solicitudes desde el ámbito humanista, porque no son cosas ni empresas que responden al Capitalismo, son mujeres víctimas de un sistema que las ha explotado históricamente. Pero poco a poco lo fuimos logrando…"
Recordemos que BANMUJER nació el 8 de marzo del año 2001, mediante el Decreto 1.243 de la Presidencia de la República, publicado en la Gaceta Oficial número 37.154. Ese día de reivindicación de los derechos de las mujeres, el Presidente Hugo Chávez anunció su creación y nombró a Nora Castañeda como su Presidenta.
Una espera que cuando a una compañera, que se auto define feminista, la nombran en un cargo gubernamental, ella lleve a la realidad lo que tanto hemos discutido en las asambleas y encuentros de mujeres. Que no olvide la agenda de lucha, que nos atienda y que no se masculinice para mantenerse en el Poder. En realidad cuando se llegan a esos cargos, se hace lo que se puede, y yo creo que Nora, lo hizo y lo seguirá haciendo porque quiere y puede. La inteligencia emocional y revolucionara que lleva adentro no le permite otra cosa.
Nora, ha ejercido un liderazgo respetable, ha sido una militante socialista y feminista toda su vida, y se ha acompañado en sus equipos de trabajo con gente tan comprometida como ella, entonces allí es donde también me encuentro con Alba. Juanita y Lídice. Ellas tres, muchas veces calladitas sin ansias de protagonismo, han puesto años de sus vidas en darle impulso, rigurosidad científica, académica y revolucionaria a nuestro BANMUJER y a todos los espacios en que puedan estar. Yo las nombro sin el "señoras", porque son hermanas de lucha y el aprecio da para mucho.
Nora es economista, docente universitaria y militante feminista; Alba es filósofa, docente, escritora e investigadora del CEM – UCV, también es Coordinadora de Investigación del Centro de Estudios Rómulo Gallegos y activista de la Araña feminista; Lídice Navas es internacionalista, guerrillera, activista política y actualmente asume la Presidencia (E) y General del Banco de Desarrollo de la Mujer y Juanita es fundadora de los Círculos Populares Femeninos por más de tres décadas trabaja incentivando la organización popular y comunitaria y en BANMUJER asumió la responsabilidad de ser analista de la Sala Situacional, también es araña.
Sobre sus liderazgos y sus ojos
"El dar el ejemplo" es una de los principios que he aprendido de ellas. Cuando BANMUJER organiza actividades, ya sean de intercambio de saberes, políticos militantes o de corte cultural, no mandan a los y las trabajadoras a reunirse y que respondan a una orden superior. Ellas están presentes en las actividades. Si no pueden estar todas al mismo tiempo, porque las responsabilidades avasallan, se turnan, pero hacen lo posible por estar. Pero el estar no es para recibir a la Prensa o tomarse las fotos de rigor ni para abrir los espacios de encuentro- Ellas están en todas las actividades, callan, miran, luego preguntan, complementan información, interpelan a sus compañeros y compañeras, se autocritican y cuando una de ellas se queda en casa, o avisa que llegará un tilín tarde porque se sienten debilitadas de salud, en el receso se llaman o se mandan mensajitos, se cuidan y se dan afecto del bonito. Hasta se regañan entre sí para que no lo den paso a ninguna razón para enfermarse o bajar la guardia. También tienen sus capítulos de sentirse cansaditas, pero jamás para retirarse.
Imagínense pararse en un aula de clases con tres lideresas, maestras, al frente y con una al lado como compañera de trabajo. Un compromiso iluminador y único. Como ellas también han pasado por mi vida, en diversas épocas, referentes feministas como Doris Acevedo, María Centeno, Migdalia Valdez, Lali Armengol, Eulalia Gilabert, María Santini, Morelba Jiménez y más.
Pasa algo curioso en los ojos de Nora, Alba, Juanita y Lídice, y en todas las feministas referentes con quienes he compartido, cuando una las miras a los ojos logras ver miles de mujeres sonriéndole a la vida. Son esos ojos de experiencia, llenitos de huellas que les ha dejado el Patriarcado y el Capitalismo. Son ojos que miran y siembran esperanza, que han luchado contra la misoginia de hombres y hasta de mujeres, que han sabido llevar con dignidad algunos atropellos de nuevos liderazgos excitados por el poder que la Revolución u otros espacios de gobierno les ha concedido.
En sus ojos encuentro mucho amor y fuerza. En sus ojos hay compañía hasta para quienes ellas ni siquiera recuerdan en éste instante, pero alguna vez se las cruzaron en sus caminos y les ofrecieron las palabras precisas para levantarse y seguir luchando. En sus ojos hay cientos de sonrisas, esas sonrisas me miran cuando las miro y seguramente cuando vuelva a ver a Nora, a Alba, Juanita y a Lídice y a mis amigas feministas, así sea por breves instantes, me llevaré la sorpresa de sentir más y más sonrisas de Ellas.

martes, 21 de octubre de 2014

¿Qué estupidez es esa del Lenguaje de Género?


 
En un taller que tomé sobre relato periodístico en el Cono Sur hace cuatro años, me correspondió hacer un breve relato sobre las mujeres y su liderazgo en la Revolución Bolivariana. Cuando me tocó mi turno, entre muchas cosas, dije “…en Venezuela las lideresas de las comunidades tienen un protagonismo y participación admirable y a veces hasta ingratamente valorado”. Al terminar, un cumpa periodista expresó, con la burla entre sus dientes “Qué es eso de lideresas? ¿De dónde sacaron esa estupidez de “lideresa”? Ahora no es suficiente con que se llamen PRESIDENTA, si no que se inventaron esa nueva palabra? Eso del lenguaje de género me hace doler el oído”.

La carga histórica del Patriarcado se le salía por los poros al cumpa. Mi respuesta, con tono casi neutro, “Pues existe la palabra Lideresa y todas las palabras que queramos y consideremos necesarias las mujeres. Las feministas venezolanas tenemos voz propia en la sociedad. Nuestra Constitución está redactada con lenguaje de género, gracias a las propuestas de las mujeres organizadas y al trabajo de feministas como Viki Ferrara y Gioconda Espina.... Todas y todos somos machistas, y tú eres radical”. 

Luego del juicio del amigo periodista, basado en interrogantes irónicas y descalificadoras, y de mi respuesta se autocalificó: “YO NO SOY MACHISTA. NO soy machista, ni mucho menos ·"Machista radical" Por favor!!” Otro capítulo parecido me pasó hace un mes, tuve una conversación con un arquitecto venezolano y éste tuvo la misma reacción intolerante. El machismo no tiene fronteras.

Gracias a la reacción de ambos, vino Viki Ferrara a mi recuerdo. Ella es de las feministas inspiradoras, fue Vicepresidenta de la Comisión de estilo de la Asamblea Nacional Constituyente. En una entrevista que le hizo Morelba Jiménez, para el libro: Mujeres protagonistas y el proceso constituyente de Venezuela (2000), dijo que el lenguaje no es inocente ni neutro. Es decir que trasmite ideología, reproduce la cultura y garantiza el orden patriarcal.  Parafraseando a Viki termino mi respuesta a ellos y a cualquier otro(a) que quiera quitarle valor al lenguaje de género: Las mujeres tenemos derecho a tener derechos, a ser personas, a ser nombradas. El lenguaje de género es inclusivo, no ignora ni discrimina, ni invisibiliza al resto de los géneros. Es rebelde, hermoso y tiene rostros. Y como dice Viki “El sexismo lingüístico atraviesa toda actividad humana pasada y presente. No se trata de extremismo feministas”.
@PORMAMATRIA
Éste artículo fue publicado en la Página de la Araña feminista el 21 de Octubre 2014. La ilustración pertenece a I. Vargas, quien con sus imágenes le da acompañamiento a los artículos de las compañeras que escribimos en la página arriba referida.

lunes, 13 de octubre de 2014

Cuando los medios pecan de sexistas





Empecemos por recordar qué significa la palabra Sexismo y dónde se expresa. Sonia Santoro, periodista feminista argentina, en su artículo Publicidades y campañas. Lenguaje visual, nos recuerda que Olga Bustos, en el manual Cómo incorporar la perspectiva de género en la comunicación, conceptualiza al sexismo como: “el conjunto de prácticas, prejuicios e ideologías que discriminan, devalúan, y desdeñan a las personas en razón de su sexo, por ejemplo, a las mujeres en relación con los hombres”. Es decir, es la forma como el Patriarcado conscientemente cosifica a las mujeres y a los hombres.
Hay tres características que nos aporta Santoro, para identificar cuándo la comunicación es sexista. En primer lugar, el lenguaje sexista, lo vemos cuando se emplea al género gramatical masculino como genérico y al hombre como único sujeto de acción y referencia, por lo cual invisibiliza a las mujeres. En segundo lugar cuando se producen ataques a la dignidad femenina, se emplean imágenes del cuerpo femenino y la venta de productos usando a la mujer como un objeto, siendo el cuerpo su máximo valor y reconocimiento público. Y la tercera, se refiere a los roles y estereotipos de género, los observamos en las publicidades, revistas matutinas de las televisoras y en las telenovelas donde encontramos la función de las mujeres como seres destinados para el cuidado del hogar, frágiles, atentas a su rol de mujer en su mundo rosa, juguetes para niñas que las entrena para servir a otras(os), cocinar, planchar y maquillarse, además del sueño de ser la eterna acompañante de su príncipe azul.
A partir de estas las conceptualizaciones de Bustos y Santoro, me pregunto ¿Cuándo peca un medio de sexista?
Inmediatamente me respondo con otra pregunta ¿Recuerdas que en Venezuela, gracias a la política televisiva de los canales privados, específicamente a la cadena Cisneros, se institucionalizó el uso de la imagen cosificada de la mujer con los concursos de belleza, como el Miss Venezuela, Miss Mundo y Miss Universo? Me respondo: sí, lamentablemente lo recuerdo, e identifico que ese concurso y cualquier otro concurso de “Belleza”, de reinas, princesas y señoritas son las grandes plataformas deformadoras y alienantes de nuestras niñas y jóvenes para consumir productos que las harán sentirse bellas y rechazarse a sí mismas cuando no cumplen un estereotipo impuesto por los medios. En el caso de los medios, sus dueños, se apropian de los cuerpos, en gran proporción de las mujeres, para usarlos como mercancías a beneficio propio.
Otra aporte para identificar el sexismo en nuestros medios es a través de las formas discursivas de las y los comunicadores(as), En el caso de la televisión, lo podemos observar en las revistas matutinas cuando apreciamos, por ejemplo, el uso de la musicalización e intervenciones de artistas y bandas en vivo interpretando canciones que descalifican a las mujeres al punto de ridiculizarlas. También cuando nos brindan secciones de “chistes” en donde apreciamos a mujeres y hombres con atuendos que se burlan a personas con preferencia sexo diversa y con sus mini relatos crueles golpean a las mujeres no solo por su género, también por razones de etnia y clase.
Cuando un medio es sexista, peca. Se transforma en un espacio de violencia, cuando violenta comete un delito. Así lo expresa la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia cuando define claramente en su artículo 15 la violencia mediática en el numeral 15 y la violencia simbólica en su numeral 17. Oportuno sería que nuestros medios, públicos y privados, releyeran los marcos legales y constitucionales de la República Bolivariana de Venezuela. Para que respeten las leyes. Si no lo hacen, si no cumplen debe aplicárseles las sanciones respectivas. Es decir, debe caerles todo el peso de la ley. Luchemos por la erradicación del sexismo en nuestros medios. L

Art. publicado en en Portal de  Aporrea (10-10-2014)a Matria nos llama.

Artículo en Ciudad Ccs - Columna de la Araña feminista (11-10-2014)



Un reto: erradiquemos la misoginia 

entre mujeres

Hace unos días vi una videoconferencia de Marcela Lagarde, publicada por la Federación Feminista Gloria Arenas, España. Lagarde feminista, abogada y escritora mexicana en su discurso desarrolló algunas claves para la construcción del feminismo, hoy comparto una de ellas: erradicar la misoginia entre mujeres.

“Ser mujer no es garantía de ser solidaria”, dijo Lagarde. Esa frase que termina siendo una verdad golpeadora. Continuó con interrogantes como ¿qué sería de las mujeres si viviésemos aisladas, solas, en situación de crisis? No habríamos sobrevivido a los avatares de la vida sin otras mujeres que han dado la vida por nosotras. Las mujeres, parafraseándola, hemos aprendido a construir vínculos, redes que nos articulen. Redes a tejer para sobrevivir, redes de relaciones de amistad, de trabajos y actividades económicas, redes a través de la cultura, en el mundo del arte, la ciencia, la política. En esos espacios nos hemos apoyado entre mujeres. Pero no hemos logrado escapar de algo que nos ha inculcado el patriarcado, que es dejarnos vencer por las divisiones y miedos personales.

Lagarde esboza que a veces, el aprendizaje de competir para sobrevivir, y el ver en la otra una enemiga, atenta contra nuestras redes. A estas formas de mal relacionarnos y discriminarnos entre mujeres, la escritora le llama misoginia entre mujeres, indicó: “¿Cómo se expresa la misoginia entre mujeres? Cuando se disputa por espacios escasos para mujeres. Cuando miras a una mujer y la miras con sospecha, con incredulidad… no la escuchas, hablas mientras ella habla… y si hablas le buscas el punto de desacuerdo, entonces dices ‘Esta bien… peeero’. El pero le hace el juego a la misoginia. Hay que desarrollar la habilidad para distinguir e identificar la misoginia en nosotras”.

Si no hacemos análisis de las posibilidades de conflictos entre las mujeres, seguramente no podremos salir de ese conflicto ni enfrentar el problema. “¿Qué habría sido de los patriarcados sin el entramado de redes de mujeres que históricamente los han rodeado?”, preguntó ese día Marcela.

Desde mi mirada de mujer y feminista, me sumo a exhortar a las mujeres, hermanas, a tejer redes para la creación de una agenda de género. Esa es apenas una clave, pero miren que importante. Celebro haber oído a Lagarde en la red.

@PORLAMATRIA

miércoles, 8 de octubre de 2014

Cuando se es nómada, miren que sí se aprende


Relato 3



Ser nómada, hasta no se sabe cuándo,  tiene sus ventajas. "La vida nos pone pruebas",  dice en tono agudo y  con los ojos pelados mi buena amiga andina Luna, y completa la frase "de ellas nos hacemos más fuertes para lograr el éxito deseado".

Yo no sé cuándo oyó esa frase por primera vez, presumo que de alguna sección astrológica de las revistas matutinas que bondadosamente nos ofrecen desde hace 50 años las televisoras, por señal abierta, cable y más recientemente satelital.

En uno de mis capítulos de búsqueda de techo, entendí que para conversar con ésta amiga, se debe esperar el espacio de las propagandas. Hay que hacer silencio en su casa mientras ve sus programas y telenovelas. Al llegar el espacio de persuasión de compra y venta, es decir los comerciales, ella sale del trance y hasta ofrece un trocito de pan andino con cafecito negro colado por ella misma, guardado en el termo para que mantenga su calor.  Así vive ella  desde que sus hijos se casaron y quedó sola en casa. Desde bien tempranito mira las secciones de astrología y programas de auto ayuda con motivadores de primera. Son esos espacios televisivos donde vemos a las astrólogas, astrólogos y personajes con luz sanadora, hombres con aspecto metrosexual, quienes por cosas no tan ingenuas,  dicen lo mismo con rostros diferentes. Encuentran gracias a sus conexiones cósmicas las mismas dificultades económicas y amorosas en los signos del televidente. Ahhh, porque millones de seres se vuelven un o una televidente en ese momento.

En verdad, no hay porqué preocuparse mucho por nuestro destino y dificultades,  las soluciones las tienen las y los astrólogos pantalla hablantes. Una noche Luna me explicó con seguridad científica  “Para casos de enfermedad, como hemorroides, torceduras por caídas,  dolores de cabeza y daños dentales tienes baños aromáticos con cariaquito morado, extraído de la Plaza Altamira de Caracas,  y raíces de jacarandas traídas del barrio chino de Buenos Aires. Para problemas del corazón,  cardiopatías gracias a soledades concurridas, la cura segura está en  baños de asiento con hojas de mandarina iluminándose por 3 horas con velas  energéticas, y para infortunios laborales y problemas habitacionales urgente encender un incienso de rosa con canela”.

A la brevedad se logra superar el carma, por no decir la vaina echá, pensé. Un último consejo, me sugirió Luna, “debes vestir de blanco y con camisas de corte ingles y por supuesto inscribirse en un taller de superación con los ángeles de la luz dispuestos a mostrarnos el camino a la felicidad”.  Un detalle,  para empezar a ver el camino debía asistir a las tres charlas en la cadena de hotel de cinco estrellas de mi ciudad, me ahorro la propaganda de decir el nombre del hotel, por el módico precio de 1989 $ americanos, si llamo YA.

Así como me viví esa historia con Luna, en mi estado de nómada involuntaria,  he encontrado otras mujeres y hombres que me han ofrecido su techo provisionalmente. Pegada la incertidumbre a  mi pecho me he aventurado a dormir cerca de ellas y ellos conociendo sus experiencias de vida.

Por ejemplo,  hoy escribo desde un café casi de madrugada. Anoche  compartí con mi querida amiga, marabina  médica. Ella,  aunque no lo asuma conscientemente, vive para darles amor a los y las otras. Desde que entré al espacio donde vive, los y las vecinas salieron a saludarla. Le consultan sobre las vitaminas para la piel, le piden que les inyecte el calmante y le piden que lean sus informes médicos para confirmar sí lo que les indicaron sus médicos tratantes está bien.

 A mi amiga marabina la llamo Querida, ella estudia,  estudia y recontra estudia especializaciones para alimentar su sabiduría,  más no por obtener algún título. Atiende a su familia a distancia por correo, vía telefónica y presencialmente a la hora que sea. Desde hace una década,  quizás más, forma parte de un grupo de mujeres,  amigas, hermanas que se cuidan entre sí mismas. La Cofradía se llama el grupo de ellas. Hacen conversatorios y estudian el comportamiento humano para sobrevivir y quizás para llenar de aliento el día a día que ha tenido cada una de ellas, sobre todo para entender por qué nos empeñamos en vivir tan distanciados entre nosotros(as) mismos.

Cuando Querida ve que entre sus amigas se pelean entre sí,  trata de tender puentes para luchar contra la confrontación. Dice que una vez perdió a su mejor amiga por un cruce de ideas que nunca se aclaró. Con su tono jodido,  ese carácter fuerte que tiene la gente del Zulia,  reclama el afecto y lo pone como prioridad de vida.

Ahora que menciono “prioridad de vida, recordé que hace unos cinco meses, me dieron techo una pareja de las artes escénicas. Mis profes de la diversidad cultural venezolana. El profe,  profe porque ejerce la docencia, pero no cualquier docencia,  transmite el saber apreciar y ejecutar la música tradicional venezolana. Mi compai, como le digo afectuosamente,  es el compañero de sentimental de mi comai,  ella también docente  pero del arte de la danza tradicional. Mi comai desde hace un tiempito empezó a re mirar el mundo. Lo mira dos veces,  a través de sus ojos y del lente de su cámara. Es fotógrafa, a propósito de la fotografía, yo digo que es el arte de la contemplación, y sus productos son las fotorecuerdos.  En los bailes de celebración de las culturas populares en Venezuela,  si no está ella con su sonrisa y cámara dispuesta la cosa como que no funciona igual. Porque les falta quien cuente a través de la imagen los recuerdos llevados a las tablas.

Vuelvo a mi compai,  una tarde,  teniendo como testigo el Mar Caribe enfrente de ambos,  me colaboró con mi mudanza urgente. Eran días de tocar fondo, de salida del ejercicio de burócrata,  ese ejercicio que si se asume con transparencia y dedicación deja a los seres humanos, como yo,  golpeadita físicamente y con la soledad de compañía porque ya no se está en el “poder” para ser útil a los y las otras. Una vez que se sale de allí muchos y muchas, no todos(as) por fortuna, si te han visto, no te recuerdan.  En otro relato cuento mis peripecias de burócrata.

Esa tarde me dolía mi panza,  había comido algo que no toleraba, pero era lo que había. Desde que el profe,  mi compai me contó un capítulo de su historia no me quejé más del dolor.

Al oírme quejar de mi ardor estomacal, me dijo "Me hiciste recordarme,  comai " lo expresó,  así sonriendo, mientras montábamos mis maletas en su compaimovil, como le llamo a su auto. “Cuando era chamo mi familia decidió irse a vivir a Caracas,  somos del oriente venezolano,  pero no nos fue tan bien. Entonces mi mamá me dijo que debíamos volvernos al pueblo con las tablas en la cabeza. Yo no quise volver y en contra de su voluntad me quedé en la Capital. Recuerdo que conseguí armar un ranchito en un cerro,  mi sábana estaba hecha de cartón. Esos días sólo tenía de alimento sardinas enlatadas,  me dolía la panza como a ti,  pero de que no me devolvía al pueblo no lo hacía. Hasta llegué a comer lo incomestible para sobrevivir. Una mañana amaneció como que más temprano de lo de costumbre, mi vecino me llamó para ofrecerme la oportunidad del año: Un trabajo con sueldo fijo y pago los quince y últimos de mes. Desde esa mañana trabajé en una funeraria,  me tocaba arreglar a los niños muertos. Así estuve un tiempo. Y luego me ofrecieron un cargo en la morgue de un hospital,  entonces preparaba a las niñas y los niños muertos de allí"

Mi cara de asombro no fue normal,  pero intenté disimular mi impresión y me dio curiosidad. “Cuándo empezó entonces a ejercer como músico, compai” le pregunté. Con su tono de paciencia eterna me dijo " Ahhhh,  fui comprándome mis instrumentos de a poco, ya tocaba el cuatro y la bandola, y fui conociendo a gente del medio. La verdad es que la música fue la que me salvó la vida. No me importaba tocar cientos de veces. Cuando me deprimía tocaba y tocaba, y cuando salían toques afuera de la ciudad pedía permiso en el trabajo y así aprovechaba para dormir y comer bien. A veces le decía a quienes nos invitaban: Nos podemos quedar una semana más tocando. Jajajajajaja, Bueno,  desde esa época no he parado de trabajar y soñar".

Cuando mi compai me dejó con mis maletas en el terminal de buses para la Capital, me prometí una cosa,  más nunca oiría las proyecciones de los astros y consejos de vida de las revistas matutinas que Luna me sugería hacer para lograr mi destino exitoso, sí me comería otra vez su pancito y café. Pancito que me han ofrecido gente de mi Matria y de otras matrias hermanas. La vida es un ratito y me prometí que en mi condición de nómada,  sin tener fecha clara de anclarme en un sitio, haciendo pleno uso de mi libertad, mis oídos se abrirían más para oír los relatos de mis llaves. Mis llaves,  como las llaves, amigas y amigos, de Benedetti.

lunes, 6 de octubre de 2014

PEQUES RELATOS DE SERES GRANDES


RELATO 2

Andy, la maestra.

 

Andy, es una muchacha de quince años. Vive con Je, su madre. Desde hace siete años tienen una familia de dos. Para visitarlas a su casita se debe tomar por lo menos medio día. Es que viven en una de las montañas del norte de Venezuela, en lo más alto del Valle de Caracas. Llegar al hogar de Andy y Je, es como llegar a un espacio de paz, ese silencio sanador que no se goza en los centros de las capitales.

Je dice que ese es el refugio de ellas, par de mujeres que el destino las unió. Je desde pequeña realmente creyó en la historia que existía una fórmula para que las mujeres seamos felices: Lograr alcanzar la trilogía padre-madre -hij@s. Esa fórmula, creencia sociocultural,  se sostiene en  la construcción de roles y estereotipos patriarcales. Los seres humanos aprendemos a  asumirlos como nuestros porque así nos lo ensenaron en las escuelas, hogares y religiones.

El Patriarcado, es una forma de organización ideológica, política, jurídica, legislativa, económica, religiosa, social, es decir cultural,  que tiene como referente de autoridad y liderazgo el predomino del hombre (varón) sobre las mujeres. Moldea a los seres humanos para que seamos profundamente discriminatorias(os) por razones de género. Es un sistema de dominacion que incentiva a las mujeres a ser, y ser consideradas, frágiles, serviles al núcleo familiar a asumir liderazgos a media, tener voz pero pocos votos en los espacios publicos, partidos politicos y tambien en  adaptar nuestras necesidades a las necesidades de la pareja y lo que designen las leyes como nuestras normas de vida ciudadana.

Por cierto, a esa trilogía perfecta en la que creyó Je, que nos garantizaba a las mujeres ser seres destinadas al éxito, se le conocía con el nombre de “Familia”, célula fundamental de la sociedad.

Volviendo a la historia de Je, ella cuenta que aprendió otras cosas “socialmente correctas”. Desde que era muy peque, sus tías y tíos y en las clases de catecismo le decían que las mujeres debemos estudiar para “ser alguien” y enamorarnos de un hombre que nos represente. “Esas enseñanzas familiares no debían estar tan equivocadas” pensaba Je, porque al encender la televisión y ver las telenovelas, las protagonistas también vivían para conseguir esa meta, cueste lo que les cueste, entendiendo que para ser feliz hay que sufrir.

Sin embargo no fue así, ese “cueste lo que les cueste”, al vivirlo y luego padecerlo, no era tan mágico ni pasaba tan rápido como en las telenovelas. Je se casó y como a sus cinco hermanas, su madre, la madre de su esposo, es decir, María - su suegra- y muchas de sus amigas,  tuvo que pagar los embates del sistema patriarcal. Es decir, la vida de ellas dependía de la decisión, de ser para el o la otra, amar y servirles a sus hombres escogidos como maridos. Entonces la vida no era tan rosa como anunciaban las telenovelas y las películas de Hollywood.

Recuerdo la tarde que oí las historias de la madre de Je y de su suegra. La de Marina,  la madre de Je, estaba marcada por la soledad no merecida. Desde muy joven se desempeñó como enfermera del hospital del pueblo donde nació Je.   Cientos de horas le dedicó al servicio del otro y la otra,  tanto en su trabajo como en el hogar. Mientras la abuela de Andy, repito: Madre de Je, se dedicaba a la múltiple jornada laboral, su esposo decidió enamorarse de una, dos, tres y más mujeres y con una de ellas mudarse a la ciudad vecina. Mudarse significa que se fue, la abandonó al tener la quinta hija. A pesar de ese abandono, ella intento volver amar al pasar par de años, pero le duró poco. Su marido murió al poco tiempo de vivir juntos.

La historia de la suegra de Je, María (sugiero recordar bien esta historia de María),  abuela de Andy, no fue tan diferente. Ella lleva la amargura tatuada en el alma. Era una mujer alegre y soñadora, también intentó querer pero le correspondió vivir una relación de violencia psicológica y fisica. Al igual que la madre de Je, tuvo que salir adelante con su único hijo. Pasó que su marido decidió partir al poco tiempo de nacer el niño.  

Andy supo de estas dos historias,  de las de sus tías y las de las amigas de su madre y por supuesto vivió el olvido y la ausencia injustificada de su padre. Su padre trabaja como comerciante y con la justificación de estar en “sus negocios” no tiene tiempo ni para dejarle el regalito del ratoncito Pérez cuando perdió su último diente de leche. Su padre hizo lo mismo que el padre de él, que el marido de María, su abuela paterna.

Hace un par de noches Je lloraba asomada en el balcón de su hogar. Esa noche Andy la oyó. Cuando le pregunto qué le pasaba, dijo que había hablado con su papa y éste le contó que había peleado con su madre, María.

María le reclamaba sobre los bienes que él le había dejado a Je y a Andy, sobre todo porque desde hace un tiempito había visto a Je con un chico, “capaz sea el novio o el marido”, expreso la abuela de Andy. Su abuela María  le reclamaba al hijo que él dejara que ellas dos vivieran en la casita de paz de la montaña cuando Je ahora tiene un posible novio. El padre de Andy argumentó a María que no tenía derecho a reclamos porque él les había hecho daño a su hija y a Je.

Je, sintió que el corazón se le salía del pecho esa noche, pero no de rabia, si no de orgullo por Andy, su hija. Al Andy escuchar con detenimiento a su madre y luego pensar por un instante lo que su padre le conto a  su madre, dijo “Mami, no llores. Sabes que es lo más lamentable de la llamada de mi papa y del reclamo advertencia de mi abuela María? Que ellos sufrieron el mismo maltrato y abandono que nosotras. Mi abuela es mujer y juzga a otra mujer por decidir intentar rehacer su vida. Es que se le olvida que a ella, mujer, le hicieron lo mismo que a ti?

Fue la noche más feliz de Je, mujer, madre y amiga de Andy. Por eso sentía su corazón a mil latidos. Ahora Andy era toda una maestra de la vida. Celebra junto a Je tener una familia de dos y como ellas hay muchas, de tres, cuatro y más. Las personas logran una familia cuando deciden vivir con amor, sin olvidar sus pasados, sin formula cultural impuesta.
 
Caracas, Octubre 5 2014. glara1602@gmail.com
@PORLAMATRIA

martes, 30 de septiembre de 2014

PEQUES RELATOS DE SERES GRANDES




RELATO 1
  
Judith 
              Socióloga venezolana, especializada en hacer análisis de  educación comparada y en conocer las condiciones de las mujeres en la frontera de Francia y Suiza. En 1976 el destino la llevó a vivir a Besançon. Allí reencontró el amor a sí – mujer- , a la poesía, el de ser madre y compañera del hombre que la enseñara el idioma francés. Cada cierto tiempo va a Venezuela a visitar a sus afectos a quienes dejó a sus 25 años, luego de haber perdido a su esposo en un accidente.

En el Solar, restaurant que está justo en la esquina del teatro Principal, diagonal a la Plaza Bolívar de Caracas,  nos encontramos unas amigas feministas con Judith. En la conversación surgieron multiples temas, que si la agenda feminista, el trabajo por la revindicación de nuestros derechos laborales , los sexuales y reproductivos, la preocupación de los medios y sus contenidos sexistas, la violencia de género, la paridad en espacios políticos. Esos temas que quisieramos solucionar de inmediato, pero que a las mujeres nos ha costado siglos lograr que se nos oiga. Judith estaba emocionada por lo que hemos vivido desde finales de los años 90 en Venezuela, se quedó un tilin en silencio y luego nos dijo:
 -      ¡Todos los días aprendemos algo que nos hace seguir! , suspiró como quien trae a su memoria un recuerdo que mueven almas y continuó, les voy a contar algo que les va a gustar! Sonrió y continuó. - Los domingos son los días en que me informo de lo que pasa en el mundo. Ese día es que mi esposo Françoise  ensaya su música en casa.  Entonces, aunque pareciera extraño, son los días de silencio. Decido quedarme quietita y ubicarme enfrente de la computadora a leer mis correos para no interrumpirlo, no tengo tiempo para estar en las redes y tampoco es un mundo que me interese.
 A medida que Judith avanzaba en su cuento, su voz se tornaba un tono más suave y grave. Uno de esos días recibí un correo que me llenó de sorpresa y mucha alegría. Me escribieron de la Universidad de la  Sorbonne (la Sorbonne, pronunció en francés) donde estudié mi maestría. La invitación era para que asistiera a un homenaje que le harían a Viviane Isambert-Jamati, fue mi tutora de tesis. ¡Imagínense una mujer que le dedicó su vida a enseñar y a ser tutora de decenas de personas!!  
 El homenaje era que por primera vez le pondrían el nombre de una mujer a una sala de la Universidad Rene Descartes, Paris V, Sorbonne – sciences humanies. Un sitio que sólo llevaba nombres masculinos hasta esa fecha. Pasaron los días y logramos asistir al homenaje casi cuarenta de sus estudiantes, hasta vinieron algunos de África. Pero pasó algo que nos llenó de indignación, no le asignaron un auditorio, como esperábamos. Apenas le asignaron como espacio para que llevara su nombre una salita donde apenas caben 40 personas. Se trata de una sala donde se forman a mujeres obreras de rango medio.
Cuando vimos entrar a nuestra profesora Viviane, con sus noventa años de edad, muy delgadita, acompañada de su hija. Todos quedamos callados, la mirábamos con los ojos brillantes de no saber qué decir. Ella levantó la mirada, nos vio y dijo:
- Noto que están tristes, como conmocionados. Imagino que lo están porque escogieron este pequeño salón para ponerle mi nombre. 
¿Les digo algo? Yo estoy feliz y ustedes deben sentir lo mismo. ¿Cómo no estarlo sí me hicieron el honor de ponerle mi nombre a la sala de estudios donde se forman a mujeres obreras?

Caracas, septiembre 2014.