RELATO 1
Judith
Socióloga venezolana, especializada en hacer análisis de educación
comparada y en conocer las condiciones de las mujeres en la frontera de Francia
y Suiza. En 1976 el destino la llevó a vivir a Besançon. Allí reencontró el amor a sí – mujer- , a la poesía, el de ser madre
y compañera del hombre que la enseñara el idioma francés. Cada cierto tiempo va
a Venezuela a visitar a sus afectos a quienes dejó a sus 25 años,
luego de haber perdido a su esposo en un accidente.
En el Solar, restaurant
que está justo en la esquina del teatro Principal, diagonal a la Plaza Bolívar
de Caracas, nos encontramos unas amigas feministas con Judith. En la
conversación surgieron multiples temas, que si la agenda feminista, el trabajo
por la revindicación de nuestros derechos laborales , los sexuales y
reproductivos, la preocupación de los medios y sus contenidos sexistas, la
violencia de género, la paridad en espacios políticos. Esos temas que
quisieramos solucionar de inmediato, pero que a las mujeres nos ha costado
siglos lograr que se nos oiga. Judith estaba emocionada por lo que hemos vivido
desde finales de los años 90 en Venezuela, se quedó un tilin en silencio y luego nos dijo:
- ¡Todos
los días aprendemos algo que nos hace seguir! , suspiró como quien trae a su
memoria un recuerdo que mueven almas y continuó, les voy a contar algo que les
va a gustar! Sonrió y continuó. - Los domingos son los días en que me informo
de lo que pasa en el mundo. Ese día es que mi esposo Françoise
ensaya su música en casa. Entonces, aunque pareciera extraño, son los
días de silencio. Decido quedarme quietita y ubicarme enfrente de la
computadora a leer mis correos para no interrumpirlo, no tengo tiempo para
estar en las redes y tampoco es un mundo que me interese.
A medida que Judith avanzaba en su cuento, su voz se tornaba un
tono más suave y grave. Uno de esos días recibí un correo que
me llenó de sorpresa y mucha alegría. Me escribieron de la Universidad de la Sorbonne (la Sorbonne, pronunció en francés)
donde estudié mi maestría. La invitación era para que asistiera a un homenaje
que le harían a Viviane Isambert-Jamati,
fue mi tutora de tesis. ¡Imagínense una mujer que le dedicó
su vida a enseñar y a ser tutora de decenas de personas!!
El homenaje
era que por primera vez le pondrían el nombre de una mujer a una sala de la
Universidad Rene Descartes, Paris V, Sorbonne – sciences humanies. Un sitio que
sólo llevaba nombres masculinos hasta esa fecha. Pasaron los días y
logramos asistir al homenaje casi cuarenta de sus estudiantes, hasta vinieron
algunos de África. Pero pasó algo que nos llenó de indignación, no le asignaron
un auditorio, como esperábamos. Apenas le asignaron como espacio para que
llevara su nombre una salita donde apenas caben 40 personas. Se trata de una
sala donde se forman a mujeres obreras de rango medio.
Cuando vimos entrar a
nuestra profesora Viviane, con sus noventa años de edad, muy delgadita,
acompañada de su hija. Todos quedamos callados, la mirábamos con los ojos
brillantes de no saber qué decir. Ella levantó la mirada, nos vio y dijo:
-
Noto que están tristes, como conmocionados. Imagino que lo están porque escogieron
este pequeño salón para ponerle mi nombre.
¿Les
digo algo? Yo estoy feliz y ustedes deben sentir lo mismo. ¿Cómo no estarlo sí
me hicieron el honor de ponerle mi nombre a la sala de estudios donde se forman
a mujeres obreras?
Caracas, septiembre 2014.
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