lunes, 7 de diciembre de 2015

¡Se van a acabar los malandros. Vamos a matar a los Chavistas!


Repito la frase: ¡Se van a acabar los malandros. Vamos a matar a los Chavistas! La oí gritar a un hombre que corría junto a un grupo de unos 30 jóvenes. Quizás el mayor tendría no más de veinticinco años.
Todos y todas corrían con una alegría y una mini histeria colectiva hacia la plaza Altamira (Norte de Caracas). La indumentaria de los celebrantes para la acción estaba completita. Se sugiere anotarla, para quienes deseen empezar a entrar en ese carril: En sus manos llevaban banderas tricolores, es decir, amarilla, azul y rojo. Como se sabe, nuestra bandera tiene sus estrellas en la franja azul. A lo lejos logré con 7. Es decir, el hombre que gritaba tenía aquella bandera que se usó antes de llegar la V República a Venezuela. Usaban pitos (cornetas) con dos particulares tonos,  unos graves y otros agudos, que sonaban simultáneamente.  Otros elementos importantes, e indispensables eran el uso de teléfonos celulares y tablets de tecnología de punta. Esos que permiten conectarse con los familiares, amigos y amigas que viven sobre todo en el norte de América, Europa y Asia. Los y las ciudadanas autoexiliados, llorosos y mártires de la Patria venezolana también eran celebrantes el 6 de diciembre.

Muchos y muchas tenemos conocimiento, por tener familiares en ese sector social, que algunos de estos compañeros y compañeras que viven en el extranjero, consiguieron formas de trabajo profesional en los que lograron desarrollar sus capacidades intelectuales al servicio de empresas productivamente capitalistas , cuyos sueldos, relativamente les permiten vivir en un estatus de clase media . Medio alcanzados, pero que sirven esos ingresos para enviar unas tres veces al año  unos 100 dolaritos o euros a sus familiares

Hay otras y otros ciudadanos venezolanos, de esos que viven en el extranjero, que se fueron a hacer lo que jamás harían en su país, pero que por su puesto, en poco tiempo logran tener dinerillo por un mínimo esfuerzo intelectual. Estos compañeros y compañeras, hacen oficios que jamás hicieron en su país, limpian baños, cuidan a ancianos(as), son nanas, trabajan en restaurantes como cocineros(as), limpia pisos y también hay quienes se consiguen un tobito y una mopa y lavan autos por el pago digno de un dólar. Obvio que sí o sí aprenden a hablar inglés, francés. holandés, alemán y otras posibles jergas que la calle les enseña para defenderse. Muy pocos tienen la capacidad de dar clases de castellano a un nivel medio avanzado, porque sobre temas como la diversidad cultural, literatura y tradiciones venezolanas nunca supieron mucho. Siendo honestos, estudiar en Venezuela daba flojera y más el saber de su propio pueblo venezolano y su historia. Siempre es más chic saber quién hizo la Torre Eiffel, por mencionar uno de los sueños aprendidos.  Entonces los temas de conversación para con sus nuevos afectos en los países donde llegan son: Las Playas, las arepas, la miseria, la inseguridad y otra vez hablar de Las playas.

La conexión de estos compañeros y compañeras, familiares y amigos con los celebrantes electorales del “Cambio” de la madrugada del 7 de diciembre, es permanente, gracias a las redes sociales, llámense twitter, Skype, Instagram, facebook y más. Es por ello, que los y las impulsivos militantes del “Cambio”, debían tener suficientemente cargadas las baterías de sus equipos para hacerles llegar la alegría y la decisión trascendental política, cultural, económica y de seguridad, que comenzaba a escribirse en la historia de Venezuela en diciembre del 2015. Por su puesto, una vez teniendo el primer avance de resultados de los y las ganadores de la Asamblea Nacional , reportado por el Centro Nacional Electoral, con  99 de diputados y diputadas de la Mesa de la unidad, van a poder empezar a matar al pueblo chavista, por malandros.
 
Matar a los Chavistas, se acabarán los malandros, es una expresión que coincide con un titular que recién leí en el diario digital salvadoreño “La página. Más rápido y verás”. El titular dice: Matando a los pobres se terminará la pobreza. Escrito por Marvin Aguilar. Comparto unos párrafos de su texto:

“Debido a la evolución de la delincuencia que ya ostenta niveles de barbarie los programas de entrevistas han hecho desfilar a un sinnúmero de analistas que proponen y disponen una serie de medidas que tratan de atajar el problema a corto plazo – los batallones de reacción delincuencial- a mediano plazo – no procesar policías y soldados que maten delincuentes en defensa propia- y a largo plazo –la policía comunitaria-(...)”
Más adelante argumenta “(…) Nos indignamos porque mueren de 15-20 diarios en nuestro país, pero se preguntan ¿cuántos nacen diarios en las maternidades nacionales? 30-40 salvadoreños vienen al mundo cada día. La mayoría de madres solteras, la mayoría sin recursos, la mayoría jóvenes sin trabajo decente o estable.
¿De qué nos sirve una población que cuando crezca sea socialmente incontrolable? Sirve de algo estar reproduciendo seres humanos que a nada vendrán y nada aportaran a la sociedad y peor aún exigirán derechos y reclamaran la forma de vida consumista que dice la televisión y el mal cine está al alcance de todos.
Se olvidan quienes se empeñan en ver al país como un jingle comercial para que vengan turistas chelitos a tomarse fotos con volcanes humeantes que cuando un ser humano no puede tener todo lo que le dicen que debe poseer para ser alguien, lo tomará por la fuerza, incluso extorsionará para ello, además matará si se lo niegan.
Por eso un millón, la cristianísima clase media, desea y se alegra que maten a esos 2 millones que están en riesgo de decidir venir y robarles sus cosas que con sacrificio han comprado.
Ellos no pueden comprender ese mundo, no entienden porque los pobres no se aguantan y se dejan de aspirar cosas que no tendrán rápido o nunca.
Por eso hemos llegado a la conclusión que lo mejor para acabar con la pobreza es matar a los pobres.
En la película Un Mundo Maravilloso de Luis Estrada el sinvergüenza ministro de economía nos revela porque los pobres jamás dejaran de ser pobres. Una encuesta realizada por él reveló las causas: 40% dijo que uno es pobre por voluntad de Dios; un 30% porque así es la vida; un 20% que por mala suerte. Y, solo un 10% piensa que es por quienes nos dominan.”

¿Muy fuerte esos fragmentos arriba compartidos, cierto? Más fuerte se hace cuando una es testiga de las consignas de jóvenes venezolanos y venezolanas que tienen como base el odio social desmedido. ¿El cambio implica matar y desaparecer de la sociedad a sus conciudadanos? Me parece que hay que partir de la respuesta principal, para lgunos de los y las celebrantes, los Chavistas no son ciudadanos, son los y las sujetas a desaparecer. Son esos seres que son así, pobres, porque la vida y Dios los trajo así a este mundo. Entonces los y las delincuentes necesariamente tienen la exclusividad el sector Chavistas, jamás aquellos que frenan, estafan, lavan dólares, venden cupos y negocian con los insumos que monopolizan para generar la crisis económica.

La etiqueta está a la mira a disparar al Chavista, ese ser pobre, es ser delincuente, ser malandro, motorizado, paraco y corrupto. En verdad, no se puede sentir otra cosa que una profunda repulsión y tristeza por eso en que nos ha convertido el Sistema Capitalista. ¿Tan inmensamente egoístas e ignorantes merecemos ser? Creo que no.

En mi caso particular, he creído en el Socialismo como forma de vida, y miren que la mitad de mi vida la llevo en intentar sembrar mis humildes semillitas. Bolivariana siempre he sido, eso implica celebrar la lucha independentista, la misma impulsada por Bolívar junto a mujeres y hombres por nuestra libertad ante la Corona Española. Cuando llegó Chávez a la vida pública y política , yo estaba de estudiante universitaria, empezandito, y desde aquel suelo donde se forman las cuatro fuerzas militares en Venezuela, decidí unirme a la lucha por la que abogaba ese compañero. Compañero, tal cual lo asumí. No un mesías, ni un ser superior, fue un compañero de lucha.
Previa a su llegada, por mi propia cuenta, debido a lecturas teatrales supe de los Teatro de Operaciones que comandaban los del Servicio de Inteligencia de las Fuerzas Armadas, también supe de los desaparecidos y desaparecidas que comandó Raúl Leoni . Leí documentos originales, expedientes de masacres, vi fotos del Amparo, de Cantaura, viví el 27 de Febrero, El Caracazo, el 4 F, el paro petrolero, el golpe mediático del 11 de abril. A mi nadie me echó esos cuentos, me sensibilicé con todo el dolor que pude ver y oír. Busqué libros. Hablé con mis profesores y profesoras amigas. Vi películas. Estudié. Estuve acompañando algunas luchas del área textil. Siempre calladita, con mi camarita fotográfica en mano. Aprendiendo a tener dignidad y memoria y conociendo la realidad que vivía el resto de América, África y Europa. Y también aprendí de lo hermoso que puede ser encontrarse con la gente de nuestros cerros, de nuestros barrios, de nuestros campos, esos y esas que llaman pobres y a los que como solución de depuración “Hay que matarlos”. Entendí que yo formaba parte de la realidad que ellos y ellas vivían. Todos y todas éramos pobres, porque no teníamos capacidad adquisitiva para comprar bienes, ni teníamos un techo seguro donde vivir. No es para sentirse orgullosa de vivir en la condición de pobreza, porque todos y todas merecemos un buen vivir.

Al respecto, hace un año, un colectivo de mujeres, amigas , profesionales de diversas áreas, pensando en que merecíamos tener un techo nos atrevimos a organizarnos y ver sí podíamos optar por una vivienda, de esas que el Gobierno Bolivariano planteó que los y las profesionales podíamos comprar vía un crédito. Algunas de mis compañeras, estaban embarazadas, solas -porque sus parejas decidieron irse- y nos fuimos a un urbanismo que se llama Ciudad Tiuna. Ellas, ellos, sus hijitos y yo soñamos con crear un Centro de Arte social allí, sí se nos daba la oportunidad de adquirir nuestros hogares. Una decena de cartas entregamos a los funcionarios del gobierno, dos de estas las llevamos a Miraflores, las entregamos a políticos que considerábamos camaradas para plantearles nuestra ilusión. Hicimos todo lo que se nos enseñó en Revolución, organizarnos, proponer, hacerle seguimiento, soñar. Pasó que nos llamaron desde lo que llamaban Inmobiliaria Nacional para preseleccionarnos y eso nos llenó de contentura aquel noviembre del 2014. A una de nuestras compañeras, teniendo su bebita en su panza, se le ocurrió hacer una cola de un día para comprarse su “Casa bien equipada”. Pasó un año de esa llamada, y en ese año pasaron noches de desesperación, de cada una de las 12 mujeres que formábamos parte de ese Colectivo, que le llamamos “Matria Nuestra”, nos tuvimos que mudar frecuentemente a casa de amigos y amigas solidarias. Maletas montadas en la espalda. Recientemente, justo una semana antes de las elecciones fui a pedir respuesta a la Inmobiliaria y unas palabras congeladoras de la funcionaria de guardia mataron la ilusión colectiva, dijo: “Deben ustedes saber que hay mucha gente en la cola. Acá no se da información de estatus. Pásenle carta al nuevo ministro pero a su despacho directamente. Esta es otra gestión. Lo mejor es que se vuelvan a inscribir y actualizar sus datos”.
Esa mañana, fue la más humillante y triste que una estructura del Gobierno Bolivariano pudo darnos. Una respuesta inmerecida. Injusta. ¿Cómo escribirles a mis amigas que ya no cuenten con lo que esperábamos? ¿Cómo hacer eso cuando hemos sabido de gente del proceso bolivariano a quienes, sin un mínimo de esfuerzo organizativo y una propuesta social como la que diseñamos, les dieron sus créditos habitacionales? Lamentablemente lo hice y la sensación fue desgarradora, un abandono jamás comprendido, pero a la vez fue sorprendentemente sanadora. La condición de vida de un ser humano, sobre todo de las mujeres, cuando decide entender las contradicciones sociales, culturales e ideológicas, puede más que esos golpes y decidimos seguir luchando desde la izquierda con la autocritica necesaria. Jamás entregarnos a aquella derecha que asesinó a gran parte de nuestro pueblo.

Particularmente nunca me he hecho llamar Chavista, porque Chávez, como lo dije arriba, fue ese compañero en quien en un momento histórico de mi vida decidí creer y con quien intentar construir. Ser humano al fin, tuvo sus aciertos y no. Profundas contradicciones se le presentaron en el camino. Muchas traiciones. Muchos compromisos adqieridos en las campañas politicas, seguramente hubo también. Siempre seré bolivariana, imagino que eso es lo mismo para aquellos que ofrecieron matarnos porque nos consideran malandros a todos y todas.

Hay mucho por revisar, menciono algunas como: La prepotencia del liderazgo de los cuadros políticos, el mirar pero no oír al pueblo, el dejar de decir discursos repetidos que hacen de los y las militantes unos robots con un chip predeterminado de qué responder y cuando. El reciclar a los políticos en los cargos de decisión, evaluar porqué no funcionaron en el ministerio o dirección donde los nombraron, antes de volverlos a nombrar en otras estructuras. Revisar los niveles de corrupción macros y sobre todo los de nosotros y nosotras que como pueblo tenemos, desde las acciones más sencillas. Sacarnos de la mente y el corazón la viveza criolla. Muchos y muchas asumen ser del gobierno cuando les dan el bono, retroactivo, les firman el contrato, les dan la casa, cesta tickets, cabalgan horarios, y sus desempeños laboraesl son casi nulo, sólo desean que llegue la hora para irse y cuando están en sus puestos hacen todo por sus proyectos personales.

También están los que discriminan burlándose de las y los compañeros(as) sexo diversas, los asumen como camaradas de segunda y voltean los rostros para reírse de ellos y ellas, persiste el maltrato a las mujeres porque son cositas ricas con quienes se goza y ya. Se agudizan las relaciones de misoginia entre mujeres militantes de la izquierda socialistas y comunistas. La competencia es la forma de lucha olvidando la sororidad y el respeto. Persiste el racismo para con nuestras comunidades afros e indígenas. Todas esas formas las ejercen muchos camaradas, llámense chavistas, bolivarianos(as) o nuestroamericanos.

Ciertamente necesitamos un cambio, pero no el de la manito que como premisa tiene MATAR AL PUEBLO POR SER POBRE. Necesitamos un cambio, sí, pero ese para “SER UN TILIN MEJORES Y MUCHO MENOS EGOISTAS”.

Sigo dando mi aporte, a pesar de las miserias humanas que me he conseguido en mi camino de algunos y algunas que dicen ser socialistas. La mirada hacia una nuestramerica libre y digna es mi horizonte, libre del capitalismo y patriarcado. La humildad y la transparencia serán siempre mi compañía. Sí mi socialismo como forma de vida y mi pobreza adquisitiva me condiciona a ser fichada como posible persona a desaparecer, pues en la calle nos vemos, seguramente cruzando la plaza Altamira de Caracas.